El caso poltergeist de Rosenheim fue, sin lugar a dudas, uno de los más famosos del pasado siglo. Corría el año 1967 cuando en un bufete de abogados de la calle Konigtrasse de
Rosenheim, en Alemania, comenzaron a ocurrir sucesos extraños. Bombillas que
estallaban, lámparas que se balanceaban solas, teléfonos que realizaban llamadas sin que nadie los tocara…
Todo comenzó con el mal funcionamiento de los teléfonos. Los empleados se quejaban de unos extraños “chasquidos” que se producían durante las conversaciones, interferencias extrañas que en muchas ocasiones precedían el corte de la línea. En otras ocasiones sonaban todos los teléfonos al unísono y al descolgar no había nadie al otro lado de la línea.
Johannes Engelhard, encargado del despacho, se puso en contacto con Siemens, la compañía que había instalado la central, para que arreglara el desperfecto. Durante varias semanas, los técnicos de Siemens revisaron todos los equipos y conexiones sin encontrar desperfecto alguno, pese a ello, cambiaron toda la instalación.
A las pocas semanas, los problemas con las líneas volvieron a reproducirse de nuevo acompañados de unas facturas telefónicas desorbitadas. El bufete decidió cambiar de compañía telefónica e instalar junto a la central, dos contadores para registrar todas las conexiones de ésta.
Los lectores de llamadas comenzaron a registrar marcaciones extrañas a un número de información horaria que sucedían en las primeras horas de la mañana y que se sucedieron durante varios meses.
En cinco semanas – explicó Herr Adam(dueño del bufete) – el número fue marcado entre quinientas y seiscientas veces. Un día fueron ochenta veces. Yo estaba furioso con la compañía telefónica. Pensé en fundar una asociación para la protección de usuarios.
Fotografía del bufete con las lámparas balanceándose
El 20 de octubre, un fluorescente del despacho sufrió un súbito apagón, cuando el electricista fue a sustituirlo comprobó que el tubo se había retorcido sobre si mismo antes de fundirse. A partir de este punto, los trabajadores del despacho sufrieron una serie de acontecimientos aterradores e inexplicables. Ruidos extraños de procedencia desconocida recorrían todo el inmueble. Las luces se apagaban y encendían a su antojo con bajadas de tensión sin explicación aparente, pequeños objetos salían volando en el momento más inesperado, cuadros que giraban sobre sí mismos, cajones que se abrían, portazos…
De nuevo los electricistas revisaron toda la instalación en busca de una explicación para los sucesos. Estos mismos electricistas pudieron ver, mientras revisaban la instalación, como algunos de los tubos fluorescentes giraban y se desenroscaban solos. La desesperación de los abogados fue en aumento requiriendo la presencia del gerente auxiliar de la empresa estatal alemana de electricidad Elektrizitatswerk, para que investigase lo que allí ocurría.
Se cambiaron cableados y fusibles, se renovaron todas las unidades telefónicas e incluso se cambiaron todos los fluorescentes por bombillas. Herr Adam, que ya sospechaba que allí había algo más que un problema eléctrico, solicitó la ayuda del prestigioso doctor Hans Bender, del Instituto de Parapsicología de la Universidad de Friburgo. Bender, junto a un equipo de 40 personas entre los que había científicos y físicos de distintas especialidades, comenzó a principios de diciembre el estudio del caso.
Herr Adam, explicando los sucesos mientras un bolígrafo “levita” a su lado
Se instaló un equipo técnico para medir las distintas fluctuaciones del voltaje y los campos magnéticos, también se controlaron los cambios de temperatura y los niveles acústicos e incluso de ultrasonidos y se instaló un controlador más potente para hacer un seguimiento de las llamadas telefónicas. Tras el estudio, el Instituto de la Universidad de Friburgo dictaminó el siguiente informe rubricado por el doctor Hans Bender:
1 – Los fenómenos existen, han sido observados y detectados por los instrumentos de medida.
2 - No existen alteraciones magnéticas observadas que produzcan los fenómenos.
3 – No se detecta ningún campo electrostático intenso que produjera los fenómenos.
4 – Se producen variaciones de tensión que no proceden de alteraciones de la central transformadora.
5 – No se registran fuentes ultrasónicas ni infrasónicas.
6 – No se detecta ninguna manipulación fraudulenta.
7 – Los fenómenos observados desafían las leyes conocidas.
8 – La manifestación de los fenómenos es el resultado de una fuerza aperiódica y de breve duración.
9 – Los fenómenos son dinámicos y actúan sobre las masas.
10 – Los fenómenos se manifiestan controlados por fuerzas inteligentes.
Anne Marie Schnabel, la culpable del poltergeist de Rosenheim
Los fenómenos continuaron durante los siguientes meses, con muebles que se movían de un lado a otro y descargas eléctricas que los trabajadores sufrían cuando entraban en contacto con máquinas de escribir, etc.
La investigación de Hans Bender relacionó, tras la observación constante de la casuística, a una joven empleada del bufete con los fenómenos paranormales que allí se sucedían. La empleada, Anne Marie Schnabel, auxiliar administrativa, siempre se encontraba presente en el despacho cuando se desarrollaba el poltergeist. La joven realizó distintas pruebas que demostraron que poseía unas capacidades Psi realmente espectaculares.
La pobre Anne, que causó de forma inconsciente todos los sucesos, fue despedida y los fenómenos poltergeist cesaron el mismo día en el que ella abandonó el despacho de la calle Kognigtrasse.